ORACIÓN AL ESPÍRITU DE LA MONTAÑA
Oh viejo y sabio, yo te invoco.
Tú que desde la cumbre juzgas y decides
dame la seguridad de las gamuzas,
de tal manera que, incluso en los senderos más impracticables,
mi paso sea firme.
Tú que hablas a través del trueno,
haz que mi alma sea siempre pura,
como la lluvia que baña tus laderas.
Oh altísimo, tú que decides el tiempo,
haz que me haga viejo felizmente,
sin arrepentimientos,
por no haber hecho o no haber vivido.
Tú que nos dás el sol,
haz que mi sendero esté siempre iluminado por la virtud,
dame el coraje del lobo, para afrontar las sombras de mis miedos.
Haz que pueda cada día caminar con la cabeza alta,
como su majestad el ciervo.
Cuando caeré y los acontecimientos me arrastrarán,
te ruego, dame la fuerza del oso,
para que pueda superar cada obstáculo en mi camino.
Haz que pueda ser siempre libre, como el vuelo del águila.
Dios de la montaña cuando alcanzaré tu cumbre, en tu presencia,
haz que pueda mirar hacia abajo con gratitud,
por haber afrontado la ascensión en la manera más digna,
con el corazón de quién es justo.
Por todo esto gracias mi Señor.
Preghiera allo Spirito della Montagna
"O Vecchio e Saggio, Ti prego, Tu che dalla cima giudichi e decidi
dammi la sicurezza dei camosci,
così che, anche nei sentieri più impervi, il mio passo sia deciso;
Tu che parli attraverso il tuono, fa che la mia anima sia sempre pura, come la pioggia che bagna i Tuoi fianchi;
o Sommo, Tu che comandi il tempo,
fa che invecchi felice, senza rimpianti, per non aver fatto, o non aver vissuto;
Tu che dispensi il sole fa che il mio sentiero sia sempre illuminato dalla Virtù;
dammi il coraggio del lupo, per affrontare le ombre delle mie paure,
fa che possa camminare ogni giorno a testa alta, come sua maestà il cervo;
quando cadrò gli eventi mi travolgeranno, Ti prego, dammi la forza dell’orso,
così che possa superare ogni ostacolo sul mio cammino;
fa che possa essere sempre libero, come il volo dell’aquila;
Dio della Montagna, quando giungerò sulla Tua cima, al Tuo cospetto,
fa che possa guardare giù con gratitudine per aver affrontato la salita nel modo migliore,
con il cuore puro di chi è giusto, per tutto questo, grazie mio Signore.”
Un blog con el que quiero impulsar otra visión de la vida, una visión que tenga en cuenta las emociones, y sobre todo la alegría y las emociones positivas, sin tenerle miedo a las negativas , cuando llegan.
domingo, 17 de marzo de 2013
Alturas
«La vía de las
alturas está iluminada por una sola luz, la luz del valor que está encendido en
tu corazón. Cuanto más oses más alto ascenderás».
(Antigua enseñanza mahayánica)
martes, 29 de enero de 2013
sábado, 26 de enero de 2013
Cuando el niño vuelva a ser niño ......
Despierta tu niño escondido en el fondo oscuro de tu alma, despiértalo, acoge el asombro de su mirada ante una puesta de sol
o un abrazo. Acoge a tu niño, a ese niño
que duerme, a ese niño que llora, que espera y que aún sabe reírse por un nada
que es todo.
Abraza tu niño, a
ese niño que tuvo miedo un día, a ese niño que deseaba más y que amaba sin
pedir nada a cambio. Ayuda a ese niño a ser niño hoy en el fondo de tu corazón.
Amale, acéptale, y regálale la libertad, la libertad de ser, de ser niño. Les regalo un poema de Peter Hanke que me encanta.
“Cuando el niño era niño”.
Poema de Peter Handke.
Cuando el niño era niño andaba con los
brazos colgando,
quería que el arroyo fuera un río,
que el río fuera un torrente y que este charco fuera el mar.
Cuando el niño era niño no sabía que era niño,
para él todo estaba animado
y todas las almas eran una.
quería que el arroyo fuera un río,
que el río fuera un torrente y que este charco fuera el mar.
Cuando el niño era niño no sabía que era niño,
para él todo estaba animado
y todas las almas eran una.
Cuando el niño era niño no tenía opinión
sobre nada,
no tenía ninguna costumbre,
se sentaba en cuclillas,
tenía un remolino en el cabello,
y no ponía caras cuando lo fotografiaban.
no tenía ninguna costumbre,
se sentaba en cuclillas,
tenía un remolino en el cabello,
y no ponía caras cuando lo fotografiaban.
Cuando el niño era niño era el tiempo de
preguntas como:
¿Por qué yo soy yo y por qué no tú?
¿Por qué estoy aquí y por qué no allí?
¿Cuando empezó el tiempo y dónde termina el espacio?
¿Acaso la vida bajo el sol no es sólo un sueño?
Lo que veo y oigo y huelo,
¿no es sólo la apariencia de un mundo ante el mundo?
¿Existe de verdad el mal y gente que realmente son malos?
¿Cómo puede ser que yo, el que soy,
no fuera antes de devenir,
y que un día yo, el que yo soy,
no sea más ese que soy?
¿Por qué yo soy yo y por qué no tú?
¿Por qué estoy aquí y por qué no allí?
¿Cuando empezó el tiempo y dónde termina el espacio?
¿Acaso la vida bajo el sol no es sólo un sueño?
Lo que veo y oigo y huelo,
¿no es sólo la apariencia de un mundo ante el mundo?
¿Existe de verdad el mal y gente que realmente son malos?
¿Cómo puede ser que yo, el que soy,
no fuera antes de devenir,
y que un día yo, el que yo soy,
no sea más ese que soy?
Cuando el niño era niño le costaba tragar
las espinacas,
los chícharos, el arroz con leche y la coliflor al vapor,
y ahora come todo, no sólo por necesidad.
Cuando el niño era niño alguna vez despertó en una cama extraña,
y ahora lo hace seguido.
Muchas personas le parecían bellas,
y ahora, sólo en ocasiones, con suerte.
Imaginaba claramente el paraíso,
y ahora, como mucho, lo adivina.
No podía pensar en la nada,
y hoy se estremece ante ella.
Cuando el niño era niño jugaba entusiasmado,
y ahora se concentra como antes
sólo si se trata de su trabajo.
los chícharos, el arroz con leche y la coliflor al vapor,
y ahora come todo, no sólo por necesidad.
Cuando el niño era niño alguna vez despertó en una cama extraña,
y ahora lo hace seguido.
Muchas personas le parecían bellas,
y ahora, sólo en ocasiones, con suerte.
Imaginaba claramente el paraíso,
y ahora, como mucho, lo adivina.
No podía pensar en la nada,
y hoy se estremece ante ella.
Cuando el niño era niño jugaba entusiasmado,
y ahora se concentra como antes
sólo si se trata de su trabajo.
Cuando el niño era niño las manzanas y el
pan
le bastaban de alimento, y todavía es así.
Cuando el niño era niño las moras le caían en la mano,
como sólo caen las moras, y así es todavía;
las nueces frescas le ponían áspera la lengua,
y así es todavía;
encima de cada montaña tenía el anhelo de una montaña más alta,
y en cada ciudad el anhelo de una ciudad aun más grande…
y siempre es así todavía.
En la copa del árbol tiraba de las cerezas
con igual deleite lo hace hoy todavía;
se asustaba de los extraños como todavía se asusta;
esperaba las primeras nieves y todavía las espera.
Cuando el niño era niño
lanzó un palo como una lanza contra el árbol,
y hoy vibra así todavía.
le bastaban de alimento, y todavía es así.
Cuando el niño era niño las moras le caían en la mano,
como sólo caen las moras, y así es todavía;
las nueces frescas le ponían áspera la lengua,
y así es todavía;
encima de cada montaña tenía el anhelo de una montaña más alta,
y en cada ciudad el anhelo de una ciudad aun más grande…
y siempre es así todavía.
En la copa del árbol tiraba de las cerezas
con igual deleite lo hace hoy todavía;
se asustaba de los extraños como todavía se asusta;
esperaba las primeras nieves y todavía las espera.
Cuando el niño era niño
lanzó un palo como una lanza contra el árbol,
y hoy vibra así todavía.
sábado, 19 de enero de 2013
Quiero ser el rey de los bufones
Has leído bien, quiero
ser un bufón, el rey de los bufones.
Si
buscamos en wikipedia la palbra bufón la
define
“truhan o gracioso que con sus
palabras, acciones y chocarrerías tenía por oficio hacer reír a
los poderosos y hacerles llegar a la realidad riéndose de ellos y haciéndoles
sentir con una persona más del mundo. Según algunos se les llama así porque,
entre las gracias que hacían durante sus actuaciones, se añadía un ruido como
de bufido. Mayormente solía ser
gente con unas características físicas anormales, fuera de lo habitual:
jorobados, enanos, etc, y se solían reír de ellos más por sus defectos que por
sus chistes y devaneos”.
La capacidad de reírse y hacer reír era un rasgo que caracterizaba a
los bufones. Era frecuente que con el humor y las risas dijeran verdades
grandes como montañas a los poderosos verdades incomodas y molestas. Un libro
que recomiendo es “Historia de la vida hechos y astucias sutilísimas del rústico
Bertoldo, la de Bertoldino y la de Ccacaseno
su nieto” .
A continuación pongo un hermoso dialogo entre Betoldo y el Rey que
me resulta muy profundo.
—.Rey. Ea, pídeme cuanto
quieras, que yo estoy pronto á dártelo
— Bertoldo. Quien no tiene
nada suyo, mal puede dar a otros.
— Rey. Pues ¿por qué no te
puedo dar lo que tú pidas?
— Bertoldo. Porque yo ando
buscando la felicidad, y tú no la tienes; y así no me la puedes dar.
— Rey. Para saber si soy feliz, ¿no te basta verme sentado en el trono?
— Bertoldo. Aquel que más
alto se sienta, está más expuesto á precipitarse.
— Rey. Mira cuántos
nobles señores que están aquí para
obedecer mis órdenes.
— Bertoldo. También las hormigas
y hormigones andan alrededor del árbol, y le roen la corteza.
— Rey. Concluyamos:
¿quieres quedarte en la corte?
— Bertoldo. Aquel que se
halla en libertad, no debe buscar la esclavitud.
— Rey. ¿Quién te
movió a v e n ir aquí?
— Bertoldo. El creer yo que un rey fuese más grande que los demás hombres, con
diferencia de diez a doce pies de más alto que ellos; pero ahora veo que eres un hombre como los demás, sin otra diferencia que el ser rey.
— Rey. Tú eres un rústico muy malicioso.
— Bertoldo. Mi naturaleza lo permite así.
— Rey. Yo te mando que
al instante te quites de mi presencia.
— Bertoldo. Yo me iré; pero
advierte que las moscas son de calidad porfiada, que siempre vuelven, y si tú me echas tengo de volver de
nuevo á importunarte.
— Rey. Pues vete; y si no vienes delante de mí como
dices hacen las moscas, he de mandar cortarte la cabeza.
Un libro para leer
martes, 15 de enero de 2013
Cuando el agua es feliz ......
Descartes separó la mente del cuerpo, el espíritu de la materia. Es impresionante ver como recientes investigaciones demuestran que nuestras emociones traspasan las barreras del alma y penetran hasta la materia supuestamente inanimada. Aprendamos entonces vivir alegre y dejamos que el mundos se transfrome
domingo, 13 de enero de 2013
El desastre más espléndido
En la novela “Alexis Zorba, el griego”
Nikos Kazantzakis narra la
historia de un intelectual, el “patrón” dispuesto
a rescatar una mina de su propiedad en la isla de Creta. El joven
conoce en el trayecto a Zorba, un hombre ya entrado en años, capaz de ver las cosas con la
mirada fresca e inocente de la primera impresión penetrando en lo más hondo del alma humana y que
le propone embarcarse con él para trabajar en su mina. El proyecto de explotación
de la mina acaba en un “espléndido desastre”.
Antony Quinn fue el inolvidable protagonista de la memorable película inspirada
a esta gran novela. En la escena que comparto nos da una gran
enseñanza sobre otra forma de reaccionar ante las adversidades. Claro que para
eso hace falta andar mucho camino ... adelante caminante .... adelante ....
sábado, 12 de enero de 2013
El guiño de Sísifo
Hace ya casi un mes que me duele un hombro,
un dolor molesto aunque no especialmente intenso. Un contratiempo más en mi
vida.
Una vida en la que las cosas raras veces me
salen a la primera y en la que siempre he tenido que esforzarme. Tal vez tenía
razón Albert Camus cuando, en un ensayo precioso, hizo un hermoso paralelismo
entre nuestra vida y el mito de Sisifo.
Se trata de un personaje de la mitología
griega, de él cuentan que cuando la muerte fue a buscarle le puso grilletes.
Podeís imaginar lo que se lió en un mundo donde la gente ya no moría. Los
dioses tuvieron que enviar a Ares, el dios de la guerra para arreglar el
asunto. Ares se llevó a Sísifo al inframundo. Sin embargo Sísifo antes de morir
le había dicho a su esposa que cuando muriera no realizara el sacrificio que se
solía ofrecer a los muertos. En el infierno Sísifo pidió un permiso para volver
al mundo de los vivos para castigar a su esposa. Regresado a Corinto se la
pensó dos veces antes de regresar a aquel lugar inhóspito que es el infierno y
solo unos cuantos años más tarde Hermes logró devolverlo al infierno. Su
castigo en el infierno consistía en empujar una piedra enorme cuesta arriba por
una ladera empinada, pero antes de que alcanzase la cima de la colina la piedra
siempre rodaba hacia abajo, y Sísifo tenía que empezar de nuevo desde el
principio, una y otra vez. Yo me imagino a Sísifo empujando esa enorme piedra,
pero no lo veo triste. En mi mente imagino que aprovecha un momento en el que
los dioses no miran para guiñarme el ojo
casi a decirme “si esos supieran lo que disfruto subiendo esta piedra me
hubieran dado otro castigo así que shhh …. no se lo digas a nadie, pero soy
feliz”.
Esta noche Sísifo ha vuelto a visitarme, sabe que yo también
disfruto empujando las piedras que la vida pone en mi camino. Cuando le dije
que me dolía el hombro me guiño el ojo “se feliz – me dijo - tienes una vida maravillosa”
“Tienes razón - le contesté – una vida única, irrepetible”. Después
de despedirme de él volví a leer una historia que me descubrió Bucay, la
historia del “círculo del 99” y que qiero regalaros, junto con esta reflexión.
EL CLUB DEL 99
(Para todas las personas que sienten que
en su vida le falta algo)
Había una vez un rey muy triste que tenía un sirviente, que como todo sirviente de rey triste, era muy feliz. Todas las mañanas llegaba a traer el desayuno y despertaba al rey cantando y tarareando alegres canciones. Una sonrisa se dibujaba en su distendida cara y su actitud para con la vida era siempre serena y alegre.
Un día el rey lo mandó a llamar:" Sirviente -le dijo- ¿cuál es el secreto?" ¿Cuál secreto, Majestad? "¿Cuál es el secreto de tu alegría?" No hay ningún secreto, Alteza."No me mientas, sirviente. He mandado a cortar cabezas por ofensas menores que una mentira." No le miento, Alteza, no guardo ningún secreto."¿Porqué estas siempre alegre y feliz? ¿eh? ¿Porqué?"
Majestad, no tengo razones para estar triste. Su Alteza me honra permitiéndome atenderlo. Tengo mi esposa y mis hijos viviendo en la casa que la Corte nos ha asignado, somos vestidos y alimentados y además su Alteza me premia de vez en cuando con algunas monedas para darnos algunos gustos, ¿cómo no estar feliz? "Si no me dices ya mismo el secreto, te haré decapitar -dijo el rey-. Nadie puede ser feliz por esas razones que has dado." Pero, Majestad, no hay secreto. Nada me gustaría más que complacerlo, pero no hay nada que yo esté ocultando..." Vete, vete antes de que llame al verdugo! El sirviente sonrie, hizo una reverencia y salió de la habitación.
El rey estaba como loco. No consiguia explicarse cómo el sirviente estaba feliz viviendo de prestado, usando ropa usada y alimentándose de las sobras de los cortesanos. Cuando se calmó, llamó al más sabio de sus asesores y le contó su conversación de la mañana."¿Porqué es feliz?" Ah, Majestad, lo que sucede es que él está fuera del círculo."¿Fuera del círculo?" Así es."¿Y eso es lo que lo hace feliz?" No Majestad, eso es lo que no lo hace infeliz." A ver si entiendo, estar en el círculo te hace infeliz." Así es."¿Y cómo salió?" ¡Nunca entró! "¿Cuál círculo es ese?" El círculo del 99. "Verdaderamente, no te entiendo nada" -dijo el Rey-.
La única manera para que entendieras, sería mostrátelo en los hechos. " ¿Cómo?" Haciendo entrar a tu sirviente en el círculo. "Eso, obliguémoslo a entrar!!" No, Alteza, nadie puede obligar a nadie a entrar en el círculo. "Entonces habrá que engañarlo." No hace falta, Su Majestad. Si le damos la oportunidad, él entrará solo en el círculo. "¿Pero él no se dará cuenta de que eso es su infelicidad?" Si, se dará cuenta. " Entonces no entrará." No lo podrá evitar. "¿Dices que él se dará cuenta de la infelicidad que le causará entrar en ese ridículo círculo, y de todos modos entrará en él y no podrá salir?" Tal cual. Majestad, ¿está dispuesto a perder un excelente sirviente para poder entender la estructura del círculo? " Sí" Bien, esta noche te pasaré a buscar. Debes tener preparada una bolsa de cuero con 99 monedas de oro, ni una más ni una menos. 99 "¿Qué más? ¿Llevo los guardias por si acaso?" Nada más que la bolsa de cuero. Majestad, hasta la noche.
Esa noche, el sabio pasó a buscar al rey. Juntos se escurrieron hasta los patios del palacio y se ocultaron junto a la casa del sirviente. Allí esperaron el alba. Cuando dentro de la casa se encendía la primera vela, el hombre sabio agarró la bolsa y le pinchó un papel que decía "Este tesoro es tuyo. Es el premio por ser un buen hombre. Disfrútalo y no cuentes a nadie cómo lo encontraste". Luego ató la bolsa con el papel en la puerta del sirviente, golpeó y volvió a esconderse. Cuando el sirviente salió, el sabio y el rey espiaban desde atrás de unas matas lo que sucedía.
El sirviente vio la bolsa, leyó el papel, agitó la bolsa y al escuchar el sonido metálico se estremecía, apretó la bolsa contra el pecho, miró hacia todos lados de la puerta y entró a su hogar. El rey y el sabio se arrimaron a la ventana para ver la escena. El sirviente ingresó presuroso a su hogar y con su brazo arrojó al piso todo lo que había sobre la mesa dejando sólo la vela. Se sentó y vació el contenido de la bolsa... Sus ojos no podían creer lo que veían.¡ Era una montaña de monedas de oro! él, que nunca había tocado una de estas monedas, tenia hoy una montaña de ellas !! El sirviente las tocaba y amontonaba, las acariciaba y hacía brillar a la luz de la vela. Las juntaba y desparramaba, hacía pilas de monedas. Así jugando y jugando empezó a hacer pilas de 10 monedas. Una pila de diez, dos pilas de diez, tres pilas, cuatro, cinco, seis... y mientras sumaba 10, 20,30, 40, 50, 60... hasta que formó la última pila: 9 monedas !!! Su mirada recorría la mesa primero, buscando una moneda más. Luego el piso y finalmente la bolsa. * "No puede ser", pensó. Puso la última pila al lado de las otras y confirmó que era más baja. " Me robaron -gritó- me robaron, malditos!! Una vez más buscó en la mesa, en el piso, en la bolsa, en sus ropas, vació sus bolsillos, corrió los muebles, pero no encontró lo que buscaba. Sobre la mesa, como burlándose de él, una montañita resplandeciente le recordaba que había 99 monedas de oro "sólo 99".
"99 monedas. Es mucho dinero", pensó. Pero me falta una moneda. Noventa y nueve no es un número completo -pensaba- Cien es un número completo pero noventa y nueve, no. El rey y su asesor miraban por la ventana. La cara del sirviente ya no era la misma, estaba con el ceño fruncido y los rasgos tiesos, los ojos se habían vuelto pequeños y arrugados y la boca mostraba un horrible gesto, por el que se asomaban los dientes. El sirviente guardó las monedas en la bolsa y mirando para todos lados para ver si alguien de la casa lo veía escondió la bolsa entre la leña. Luego tomó papel y pluma y se sentó a hacer cálculos. ¿Cuánto tiempo tendría que ahorrar el sirviente para comprar su moneda número cien? Todo el tiempo hablaba solo, en voz alta.
Estaba dispuesto a trabajar duro hasta conseguirla. Después quizás no necesitara trabajar más. Con cien monedas de oro, un hombre puede dejar de trabajar. Con cien monedas de oro un hombre es rico. Con cien monedas se puede vivir tranquilo. Sacó el cálculo. Si trabajaba y ahorraba su salario y algún dinero extra que recibía, en once o doce años juntaría lo necesario. "Doce años es mucho tiempo", pensó. Quizás pudiera pedirle a su esposa que buscara trabajo en el pueblo por un tiempo. Y él mismo, después de todo, al terminar su tarea en el palacio a las cinco de la tarde, podría trabajar hasta la noche y recibir alguna paga extra por ello. Sacó las cuentas: sumando su trabajo en el pueblo y el de su esposa, en siete años reuniría el dinero. Era demasiado tiempo!!! Quizás pudiera llevar al pueblo lo que quedaba de comidas todas las noches y venderlo por unas monedas. De hecho, cuanto menos comieran, más comida habría para vender...Vender... Vender... Estaba haciendo calor. ¿Para qué tanta ropa de invierno? ¿Para qué más de un par de zapatos? Era un sacrificio, pero en cuatro años de sacrificios llegaría a su moneda cien.
El rey y el sabio, volvieron al palacio. El sirviente había entrado en el círculo del 99... Durante los siguientes meses, el sirviente siguía sus planes tal como se le ocurrieron aquella noche. Una mañana, el sirviente entró a la alcoba real golpeando las puertas, refunfuñando de pocas pulgas. "¿Qué te pasa?- preguntó el rey de buen modo." Nada me pasa, nada me pasa. "Antes, no hace mucho, reías y cantabas todo el tiempo." Hago mi trabajo, ¿no? ¿Qué querría su Alteza, que fuera su bufón y su juglar también? No pasó mucho tiempo antes de que el rey despidiera al sirviente. No era agradable tener un sirviente que estuviera siempre de mal humor...
Había una vez un rey muy triste que tenía un sirviente, que como todo sirviente de rey triste, era muy feliz. Todas las mañanas llegaba a traer el desayuno y despertaba al rey cantando y tarareando alegres canciones. Una sonrisa se dibujaba en su distendida cara y su actitud para con la vida era siempre serena y alegre.
Un día el rey lo mandó a llamar:" Sirviente -le dijo- ¿cuál es el secreto?" ¿Cuál secreto, Majestad? "¿Cuál es el secreto de tu alegría?" No hay ningún secreto, Alteza."No me mientas, sirviente. He mandado a cortar cabezas por ofensas menores que una mentira." No le miento, Alteza, no guardo ningún secreto."¿Porqué estas siempre alegre y feliz? ¿eh? ¿Porqué?"
Majestad, no tengo razones para estar triste. Su Alteza me honra permitiéndome atenderlo. Tengo mi esposa y mis hijos viviendo en la casa que la Corte nos ha asignado, somos vestidos y alimentados y además su Alteza me premia de vez en cuando con algunas monedas para darnos algunos gustos, ¿cómo no estar feliz? "Si no me dices ya mismo el secreto, te haré decapitar -dijo el rey-. Nadie puede ser feliz por esas razones que has dado." Pero, Majestad, no hay secreto. Nada me gustaría más que complacerlo, pero no hay nada que yo esté ocultando..." Vete, vete antes de que llame al verdugo! El sirviente sonrie, hizo una reverencia y salió de la habitación.
El rey estaba como loco. No consiguia explicarse cómo el sirviente estaba feliz viviendo de prestado, usando ropa usada y alimentándose de las sobras de los cortesanos. Cuando se calmó, llamó al más sabio de sus asesores y le contó su conversación de la mañana."¿Porqué es feliz?" Ah, Majestad, lo que sucede es que él está fuera del círculo."¿Fuera del círculo?" Así es."¿Y eso es lo que lo hace feliz?" No Majestad, eso es lo que no lo hace infeliz." A ver si entiendo, estar en el círculo te hace infeliz." Así es."¿Y cómo salió?" ¡Nunca entró! "¿Cuál círculo es ese?" El círculo del 99. "Verdaderamente, no te entiendo nada" -dijo el Rey-.
La única manera para que entendieras, sería mostrátelo en los hechos. " ¿Cómo?" Haciendo entrar a tu sirviente en el círculo. "Eso, obliguémoslo a entrar!!" No, Alteza, nadie puede obligar a nadie a entrar en el círculo. "Entonces habrá que engañarlo." No hace falta, Su Majestad. Si le damos la oportunidad, él entrará solo en el círculo. "¿Pero él no se dará cuenta de que eso es su infelicidad?" Si, se dará cuenta. " Entonces no entrará." No lo podrá evitar. "¿Dices que él se dará cuenta de la infelicidad que le causará entrar en ese ridículo círculo, y de todos modos entrará en él y no podrá salir?" Tal cual. Majestad, ¿está dispuesto a perder un excelente sirviente para poder entender la estructura del círculo? " Sí" Bien, esta noche te pasaré a buscar. Debes tener preparada una bolsa de cuero con 99 monedas de oro, ni una más ni una menos. 99 "¿Qué más? ¿Llevo los guardias por si acaso?" Nada más que la bolsa de cuero. Majestad, hasta la noche.
Esa noche, el sabio pasó a buscar al rey. Juntos se escurrieron hasta los patios del palacio y se ocultaron junto a la casa del sirviente. Allí esperaron el alba. Cuando dentro de la casa se encendía la primera vela, el hombre sabio agarró la bolsa y le pinchó un papel que decía "Este tesoro es tuyo. Es el premio por ser un buen hombre. Disfrútalo y no cuentes a nadie cómo lo encontraste". Luego ató la bolsa con el papel en la puerta del sirviente, golpeó y volvió a esconderse. Cuando el sirviente salió, el sabio y el rey espiaban desde atrás de unas matas lo que sucedía.
El sirviente vio la bolsa, leyó el papel, agitó la bolsa y al escuchar el sonido metálico se estremecía, apretó la bolsa contra el pecho, miró hacia todos lados de la puerta y entró a su hogar. El rey y el sabio se arrimaron a la ventana para ver la escena. El sirviente ingresó presuroso a su hogar y con su brazo arrojó al piso todo lo que había sobre la mesa dejando sólo la vela. Se sentó y vació el contenido de la bolsa... Sus ojos no podían creer lo que veían.¡ Era una montaña de monedas de oro! él, que nunca había tocado una de estas monedas, tenia hoy una montaña de ellas !! El sirviente las tocaba y amontonaba, las acariciaba y hacía brillar a la luz de la vela. Las juntaba y desparramaba, hacía pilas de monedas. Así jugando y jugando empezó a hacer pilas de 10 monedas. Una pila de diez, dos pilas de diez, tres pilas, cuatro, cinco, seis... y mientras sumaba 10, 20,30, 40, 50, 60... hasta que formó la última pila: 9 monedas !!! Su mirada recorría la mesa primero, buscando una moneda más. Luego el piso y finalmente la bolsa. * "No puede ser", pensó. Puso la última pila al lado de las otras y confirmó que era más baja. " Me robaron -gritó- me robaron, malditos!! Una vez más buscó en la mesa, en el piso, en la bolsa, en sus ropas, vació sus bolsillos, corrió los muebles, pero no encontró lo que buscaba. Sobre la mesa, como burlándose de él, una montañita resplandeciente le recordaba que había 99 monedas de oro "sólo 99".
"99 monedas. Es mucho dinero", pensó. Pero me falta una moneda. Noventa y nueve no es un número completo -pensaba- Cien es un número completo pero noventa y nueve, no. El rey y su asesor miraban por la ventana. La cara del sirviente ya no era la misma, estaba con el ceño fruncido y los rasgos tiesos, los ojos se habían vuelto pequeños y arrugados y la boca mostraba un horrible gesto, por el que se asomaban los dientes. El sirviente guardó las monedas en la bolsa y mirando para todos lados para ver si alguien de la casa lo veía escondió la bolsa entre la leña. Luego tomó papel y pluma y se sentó a hacer cálculos. ¿Cuánto tiempo tendría que ahorrar el sirviente para comprar su moneda número cien? Todo el tiempo hablaba solo, en voz alta.
Estaba dispuesto a trabajar duro hasta conseguirla. Después quizás no necesitara trabajar más. Con cien monedas de oro, un hombre puede dejar de trabajar. Con cien monedas de oro un hombre es rico. Con cien monedas se puede vivir tranquilo. Sacó el cálculo. Si trabajaba y ahorraba su salario y algún dinero extra que recibía, en once o doce años juntaría lo necesario. "Doce años es mucho tiempo", pensó. Quizás pudiera pedirle a su esposa que buscara trabajo en el pueblo por un tiempo. Y él mismo, después de todo, al terminar su tarea en el palacio a las cinco de la tarde, podría trabajar hasta la noche y recibir alguna paga extra por ello. Sacó las cuentas: sumando su trabajo en el pueblo y el de su esposa, en siete años reuniría el dinero. Era demasiado tiempo!!! Quizás pudiera llevar al pueblo lo que quedaba de comidas todas las noches y venderlo por unas monedas. De hecho, cuanto menos comieran, más comida habría para vender...Vender... Vender... Estaba haciendo calor. ¿Para qué tanta ropa de invierno? ¿Para qué más de un par de zapatos? Era un sacrificio, pero en cuatro años de sacrificios llegaría a su moneda cien.
El rey y el sabio, volvieron al palacio. El sirviente había entrado en el círculo del 99... Durante los siguientes meses, el sirviente siguía sus planes tal como se le ocurrieron aquella noche. Una mañana, el sirviente entró a la alcoba real golpeando las puertas, refunfuñando de pocas pulgas. "¿Qué te pasa?- preguntó el rey de buen modo." Nada me pasa, nada me pasa. "Antes, no hace mucho, reías y cantabas todo el tiempo." Hago mi trabajo, ¿no? ¿Qué querría su Alteza, que fuera su bufón y su juglar también? No pasó mucho tiempo antes de que el rey despidiera al sirviente. No era agradable tener un sirviente que estuviera siempre de mal humor...
viernes, 11 de enero de 2013
Defensa de la alegría
Hay una alegría que surge cuando escuchamos una música muy alegre
que hace que nos entre gana de bailar,
de estar rodeado de amigos, de divertirse haciendo cosas diferentes, la alegría
de la fiesta y de las risas compartidas.
Hay otra alegría que surge en el silencio, en la soledad, en la contemplación,
en sentir el corazón de la tierra y el mío fundirse.
Ambos tipos e alegría son
buenos y necesarios.
Y con esta reflexión les regalo este hermoso poema.
Defender la alegría como una trinchera
defenderla del escándalo y la rutina
de la miseria y los miserables
de las ausencias transitorias
y las definitivas
defenderla del escándalo y la rutina
de la miseria y los miserables
de las ausencias transitorias
y las definitivas
defender la alegría como un principio
defenderla del pasmo y las pesadillas
de los neutrales y de los neutrones
de las dulces infamias
y los graves diagnósticos
defenderla del pasmo y las pesadillas
de los neutrales y de los neutrones
de las dulces infamias
y los graves diagnósticos
defender la alegría como una bandera
defenderla del rayo y la melancolía
de los ingenuos y de los canallas
de la retórica y los paros cardiacos
de las endemias y las academias
defenderla del rayo y la melancolía
de los ingenuos y de los canallas
de la retórica y los paros cardiacos
de las endemias y las academias
defender la alegría como un destino
defenderla del fuego y de los bomberos
de los suicidas y los homicidas
de las vacaciones y del agobio
de la obligación de estar alegres
defenderla del fuego y de los bomberos
de los suicidas y los homicidas
de las vacaciones y del agobio
de la obligación de estar alegres
defender la alegría como una certeza
defenderla del óxido y la roña
de la famosa pátina del tiempo
del relente y del oportunismo
de los proxenetas de la risa
defenderla del óxido y la roña
de la famosa pátina del tiempo
del relente y del oportunismo
de los proxenetas de la risa
defender la alegría como un derecho
defenderla de dios y del invierno
de las mayúsculas y de la muerte
de los apellidos y las lástimas
del azar
y también de la alegría
defenderla de dios y del invierno
de las mayúsculas y de la muerte
de los apellidos y las lástimas
del azar
y también de la alegría
Mario Benedetti
martes, 8 de enero de 2013
Quiero ser un visionario .....
"Desde niño pintaba como Rafael, pero me llevó toda una vida aprender a dibujar como un niño"
Picasso
“El trabajo de escultor
es liberar a la forma que ya se encuentra dentro de la piedra”
"Si puedes soñarlo
puedes hacerlo, recuerda que todo esto comenzó con un ratón."
Walt Disney
"Si tienes un sueño
y crees en él, corres el riesgo de que se convierta en realidad"
Walt Disney
sábado, 5 de enero de 2013
Si la Befana visita tu casa .....
Los Reyes Magos iban camino de Belén para llevar oro incienso y mirra al Niño Jesús.
Se dirigieron a una casa y pidieron ayuda a una mujer anciana que allí vivía para que les ayudara a encontrar al niño acompañándoles.
Sin embargo, la viejecita se negó y se quedó en su casa.
Cuentan
que al poco tiempo se arrepintió y salió tras ellos con un
cesto que había previamente rellenado de dulces.
Buscó insistentemente a los magos, pero no tuvo éxito.
La
mujer decidió entonces parar en cada casa que encontraba en su camino,
regalando chucherías a los niños que encontraba, tal vez uno de ellos fuera el
Niño Jesús. Desde entonces esta mujer viaja por el mundo y hace regalos a todos los niños para hacerse
perdonar. Son numerosas las zonas de Italia (no en Verona) donde esta simpática
vieja, conocida como Befana visita las casa de los niños y si han sido buenos …
ya se sabe …..
Si esta noche la Befana visita tu casa, espero
que te traiga un corazón nuevo y una sonrisa.
Carlo
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