sábado, 26 de enero de 2013

Cuando el niño vuelva a ser niño ......


Despierta tu niño escondido en el fondo oscuro de tu alma, despiértalo, acoge el asombro de su mirada  ante una puesta de sol o un abrazo.  Acoge a tu niño, a ese niño que duerme, a ese niño que llora, que espera y que aún sabe reírse por un nada que es todo.

Abraza tu niño, a ese niño que tuvo miedo un día, a ese niño que deseaba más y que amaba sin pedir nada a cambio. Ayuda a ese niño a ser niño hoy en el fondo de tu corazón. Amale, acéptale, y regálale la libertad, la libertad de ser, de ser niño. Les regalo un poema de Peter Hanke que me encanta. 


“Cuando el niño era niño”.
Poema de Peter Handke.

Cuando el niño era niño andaba con los brazos colgando,
quería que el arroyo fuera un río,
que el río fuera un torrente y que este charco fuera el mar.
Cuando el niño era niño no sabía que era niño,
para él todo estaba animado
y todas las almas eran una.

Cuando el niño era niño no tenía opinión sobre nada,
no tenía ninguna costumbre,
se sentaba en cuclillas,
tenía un remolino en el cabello,
y no ponía caras cuando lo fotografiaban.

Cuando el niño era niño era el tiempo de preguntas como:
¿Por qué yo soy yo y por qué no tú?
¿Por qué estoy aquí y por qué no allí?
¿Cuando empezó el tiempo y dónde termina el espacio?
¿Acaso la vida bajo el sol no es sólo un sueño?
Lo que veo y oigo y huelo,
¿no es sólo la apariencia de un mundo ante el mundo?
¿Existe de verdad el mal y gente que realmente son malos?
¿Cómo puede ser que yo, el que soy,
no fuera antes de devenir,
y que un día yo, el que yo soy,
no sea más ese que soy?

Cuando el niño era niño le costaba tragar las espinacas,
los chícharos, el arroz con leche y la coliflor al vapor,
y ahora come todo, no sólo por necesidad.
Cuando el niño era niño alguna vez despertó en una cama extraña,
y ahora lo hace seguido.
Muchas personas le parecían bellas,
y ahora, sólo en ocasiones, con suerte.
Imaginaba claramente el paraíso,
y ahora, como mucho, lo adivina.
No podía pensar en  la nada,
y hoy se estremece ante ella.
Cuando el niño era niño jugaba entusiasmado,
y ahora se concentra como antes
sólo si se trata de su trabajo.

Cuando el niño era niño las manzanas y el pan
le bastaban de alimento,  y todavía es así.
Cuando el niño era niño las moras le caían en la mano,
como sólo caen las moras,  y así es todavía;
las nueces frescas le ponían áspera la lengua,
y así es todavía;
encima de cada montaña tenía el anhelo de una montaña más alta,
y en cada ciudad el anhelo de una ciudad aun más grande…
y siempre es así todavía.
En la copa del árbol tiraba de las cerezas
con igual deleite lo hace hoy todavía;
se asustaba de los extraños como todavía se asusta;
esperaba las primeras nieves y todavía las espera.
Cuando el niño era niño
lanzó un palo como una lanza contra el árbol,
y hoy vibra así todavía.

sábado, 19 de enero de 2013

Quiero ser el rey de los bufones

Has leído bien, quiero ser un bufón, el rey de los bufones.
Si buscamos en wikipedia la palbra bufón  la define
“truhan o gracioso que con sus palabras, acciones y chocarrerías tenía por oficio hacer reír a los poderosos y hacerles llegar a la realidad riéndose de ellos y haciéndoles sentir con una persona más del mundo. Según algunos se les llama así porque, entre las gracias que hacían durante sus actuaciones, se añadía un ruido como de bufido. Mayormente solía ser gente con unas características físicas anormales, fuera de lo habitual: jorobados, enanos, etc, y se solían reír de ellos más por sus defectos que por sus chistes y devaneos”.
La capacidad de reírse y hacer reír era un rasgo que caracterizaba a los bufones. Era frecuente que con el humor y las risas dijeran verdades grandes como montañas a los poderosos verdades incomodas y molestas. Un libro que recomiendo es “Historia de la vida hechos y astucias sutilísimas del rústico Bertoldo, la de Bertoldino  y la de Ccacaseno su nieto” .
A continuación pongo un hermoso dialogo entre Betoldo y el Rey que me resulta muy profundo.



.Rey. Ea, pídeme cuanto quieras, que yo estoy pronto á dártelo
— Bertoldo. Quien no tiene nada suyo, mal puede dar a otros.
— Rey. Pues ¿por qué no te puedo dar lo que tú pidas?
— Bertoldo. Porque yo ando buscando la felicidad, y tú no la tienes; y así no me la puedes dar.
— Rey. Para saber si soy feliz, ¿no te basta verme sentado en el trono?
— Bertoldo. Aquel que más alto se sienta, está más expuesto á  precipitarse.
— Rey. Mira cuántos nobles  señores que están aquí para obedecer mis órdenes.
— Bertoldo. También las hormigas y hormigones andan alrededor del árbol, y le roen la corteza.
— Rey. Concluyamos: ¿quieres quedarte en la corte?
— Bertoldo. Aquel que se halla en libertad, no debe buscar la esclavitud.
— Rey. ¿Quién te movió  a v e n ir aquí?
—  Bertoldo. El creer yo que un rey fuese más  grande que los demás hombres, con diferencia de diez a doce pies de más alto que ellos; pero ahora veo que eres  un  hombre como los demás, sin  otra diferencia que el ser rey.

— Rey. Tú eres un rústico muy malicioso.
—  Bertoldo. Mi naturaleza lo permite así.
— Rey. Yo te mando que al instante te quites de mi presencia.

— Bertoldo. Yo me iré; pero advierte que las moscas son de calidad porfiada, que siempre  vuelven, y si tú me echas tengo de volver de nuevo á importunarte.
— Rey.  Pues vete; y si no vienes delante de mí como dices hacen las moscas, he de mandar cortarte la cabeza.

Un libro para leer





martes, 15 de enero de 2013

Cuando el agua es feliz ......


Descartes separó la mente del cuerpo, el espíritu de la materia. Es impresionante ver como recientes investigaciones demuestran que nuestras emociones traspasan las barreras del alma y penetran hasta la materia supuestamente inanimada. Aprendamos entonces vivir alegre y dejamos que el mundos se transfrome




domingo, 13 de enero de 2013

El desastre más espléndido



En la novela “Alexis Zorba, el griego”  Nikos Kazantzakis  narra la historia de un intelectual, el “patrón”  dispuesto a rescatar una mina de su propiedad en la isla de Creta. El joven 
"Nada TemoNada EsperoSoy Libre" Epitafio de Nikos Kazantzakis
conoce  en el trayecto a Zorba, un hombre ya entrado en años, capaz de ver las cosas con la mirada fresca e inocente de la primera impresión  penetrando en lo más hondo del alma humana y que le propone embarcarse con él para  trabajar en su mina. El proyecto de explotación de la mina acaba en un “espléndido desastre”. 

Es gracias al encuentro con Zorba que toda la historia no se convierte en un solemne fracaso, sino en algo completamente diferente.
Antony Quinn fue el inolvidable protagonista de la memorable película inspirada a esta gran novela. En la escena que comparto  nos da una gran enseñanza sobre otra forma de reaccionar ante las adversidades. Claro que para eso hace falta andar mucho camino  ... adelante caminante .... adelante ....


sábado, 12 de enero de 2013

El guiño de Sísifo


Hace ya casi un mes que me duele un hombro, un dolor molesto aunque no especialmente intenso. Un contratiempo más en mi vida.
Una vida en la que las cosas raras veces me salen a la primera y en la que siempre he tenido que esforzarme. Tal vez tenía razón Albert Camus cuando, en un ensayo precioso, hizo un hermoso paralelismo entre nuestra vida y el mito de Sisifo.
 
Se trata de un personaje de la mitología griega, de él cuentan que cuando la muerte fue a buscarle le puso grilletes. Podeís imaginar lo que se lió en un mundo donde la gente ya no moría. Los dioses tuvieron que enviar a Ares, el dios de la guerra para arreglar el asunto. Ares se llevó a Sísifo al inframundo. Sin embargo Sísifo antes de morir le había dicho a su esposa que cuando muriera no realizara el sacrificio que se solía ofrecer a los muertos. En el infierno Sísifo pidió un permiso para volver al mundo de los vivos para castigar a su esposa. Regresado a Corinto se la pensó dos veces antes de regresar a aquel lugar inhóspito que es el infierno y solo unos cuantos años más tarde Hermes logró devolverlo al infierno. Su castigo en el infierno consistía en empujar una piedra enorme cuesta arriba por una ladera empinada, pero antes de que alcanzase la cima de la colina la piedra siempre rodaba hacia abajo, y Sísifo tenía que empezar de nuevo desde el principio, una y otra vez. Yo me imagino a Sísifo empujando esa enorme piedra, pero no lo veo triste. En mi mente imagino que aprovecha un momento en el que los dioses no miran para guiñarme  el ojo casi a decirme “si esos supieran lo que disfruto subiendo esta piedra me hubieran dado otro castigo así que shhh …. no se lo digas a nadie, pero soy feliz”.

Esta noche Sísifo ha vuelto a visitarme, sabe que yo también disfruto empujando las piedras que la vida pone en mi camino. Cuando le dije que me dolía el hombro me guiño el ojo “se feliz – me dijo  - tienes una vida maravillosa”
“Tienes razón - le contesté – una vida única, irrepetible”. Después de despedirme de él volví a leer una historia que me descubrió Bucay, la historia del “círculo del 99” y que qiero regalaros, junto con esta reflexión.

EL CLUB DEL 99
(Para todas las personas que sienten que en su vida le falta algo)
Habí­a una vez un rey muy triste que tení­a un sirviente, que como todo sirviente de rey triste, era muy feliz. Todas las mañanas llegaba a traer el desayuno y despertaba al rey cantando y tarareando alegres canciones. Una sonrisa se dibujaba en su distendida cara y su actitud para con la vida era siempre serena y alegre.

Un dí­a el rey lo mandó a llamar:" Sirviente -le dijo- ¿cuál es el secreto?" ¿Cuál secreto, Majestad? "¿Cuál es el secreto de tu alegrí­a?" No hay ningún secreto, Alteza."No me mientas, sirviente. He mandado a cortar cabezas por ofensas menores que una mentira." No le miento, Alteza, no guardo ningún secreto."¿Porqué estas siempre alegre y feliz? ¿eh? ¿Porqué?"

Majestad, no tengo razones para estar triste. Su Alteza me honra permitiéndome atenderlo. Tengo mi esposa y mis hijos viviendo en la casa que la Corte nos ha asignado, somos vestidos y alimentados y además su Alteza me premia de vez en cuando con algunas monedas para darnos algunos gustos, ¿cómo no estar feliz? "Si no me dices ya mismo el secreto, te haré decapitar -dijo el rey-. Nadie puede ser feliz por esas razones que has dado." Pero, Majestad, no hay secreto. Nada me gustarí­a más que complacerlo, pero no hay nada que yo esté ocultando..." Vete, vete antes de que llame al verdugo! El sirviente sonrie, hizo una reverencia y salió de la habitación.

El rey estaba como loco. No consiguia explicarse cómo el sirviente estaba feliz viviendo de prestado, usando ropa usada y alimentándose de las sobras de los cortesanos. Cuando se calmó, llamó al más sabio de sus asesores y le contó su conversación de la mañana."¿Porqué es feliz?" Ah, Majestad, lo que sucede es que él está fuera del cí­rculo."¿Fuera del cí­rculo?" Así­ es."¿Y eso es lo que lo hace feliz?" No Majestad, eso es lo que no lo hace infeliz." A ver si entiendo, estar en el cí­rculo te hace infeliz." Así­ es."¿Y cómo salió?" ¡Nunca entró! "¿Cuál cí­rculo es ese?" El cí­rculo del 99. "Verdaderamente, no te entiendo nada" -dijo el Rey-.

La única manera para que entendieras, serí­a mostrátelo en los hechos. " ¿Cómo?" Haciendo entrar a tu sirviente en el cír­culo. "Eso, obliguémoslo a entrar!!" No, Alteza, nadie puede obligar a nadie a entrar en el cí­rculo. "Entonces habrá que engañarlo." No hace falta, Su Majestad. Si le damos la oportunidad, él entrará solo en el cí­rculo. "¿Pero él no se dará cuenta de que eso es su infelicidad?" Si, se dará cuenta. " Entonces no entrará." No lo podrá evitar. "¿Dices que él se dará cuenta de la infelicidad que le causará entrar en ese ridículo cí­rculo, y de todos modos entrará en él y no podrá salir?" Tal cual. Majestad, ¿está dispuesto a perder un excelente sirviente para poder entender la estructura del cí­rculo? " Sí" Bien, esta noche te pasaré a buscar. Debes tener preparada una bolsa de cuero con 99 monedas de oro, ni una más ni una menos. 99 "¿Qué más? ¿Llevo los guardias por si acaso?" Nada más que la bolsa de cuero. Majestad, hasta la noche.

Esa noche, el sabio pasó a buscar al rey. Juntos se escurrieron hasta los patios del palacio y se ocultaron junto a la casa del sirviente. Allí esperaron el alba. Cuando dentro de la casa se encendía la primera vela, el hombre sabio agarró la bolsa y le pinchó un papel que decía  "Este tesoro es tuyo. Es el premio por ser un buen hombre. Disfrútalo y no cuentes a nadie cómo lo encontraste". Luego ató la bolsa con el papel en la puerta del sirviente, golpeó y volvió a esconderse. Cuando el sirviente salió, el sabio y el rey espiaban desde atrás de unas matas lo que sucedía.

El sirviente vio la bolsa, leyó el papel, agitó la bolsa y al escuchar el sonido metálico se estremecía, apretó la bolsa contra el pecho, miró hacia todos lados de la puerta y entró a su hogar. El rey y el sabio se arrimaron a la ventana para ver la escena. El sirviente ingresó presuroso a su hogar y con su brazo arrojó al piso todo lo que había sobre la mesa dejando sólo la vela. Se sentó y vació el contenido de la bolsa... Sus ojos no podían creer lo que veían.¡ Era una montaña de monedas de oro! él, que nunca había tocado una de estas monedas, tenia hoy una montaña de ellas !! El sirviente las tocaba y amontonaba, las acariciaba y hacía brillar a la luz de la vela. Las juntaba y desparramaba, hacía pilas de monedas. Así  jugando y jugando empezó a hacer pilas de 10 monedas. Una pila de diez, dos pilas de diez, tres pilas, cuatro, cinco, seis... y mientras sumaba 10, 20,30, 40, 50, 60... hasta que formó la última pila: 9 monedas !!! Su mirada recorría la mesa primero, buscando una moneda más. Luego el piso y finalmente la bolsa. * "No puede ser", pensó. Puso la última pila al lado de las otras y confirmó que era más baja. " Me robaron -gritó- me robaron, malditos!! Una vez más buscó en la mesa, en el piso, en la bolsa, en sus ropas, vació sus bolsillos, corrió los muebles, pero no encontró lo que buscaba. Sobre la mesa, como burlándose de él, una montañita resplandeciente le recordaba que había 99 monedas de oro "sólo 99".

"99 monedas. Es mucho dinero", pensó. Pero me falta una moneda. Noventa y nueve no es un número completo -pensaba- Cien es un número completo pero noventa y nueve, no. El rey y su asesor miraban por la ventana. La cara del sirviente ya no era la misma, estaba con el ceño fruncido y los rasgos tiesos, los ojos se habían vuelto pequeños y arrugados y la boca mostraba un horrible gesto, por el que se asomaban los dientes. El sirviente guardó las monedas en la bolsa y mirando para todos lados para ver si alguien de la casa lo veía  escondió la bolsa entre la leña. Luego tomó papel y pluma y se sentó a hacer cálculos. ¿Cuánto tiempo tendría que ahorrar el sirviente para comprar su moneda número cien? Todo el tiempo hablaba solo, en voz alta.

Estaba dispuesto a trabajar duro hasta conseguirla. Después quizás no necesitara trabajar más. Con cien monedas de oro, un hombre puede dejar de trabajar. Con cien monedas de oro un hombre es rico. Con cien monedas se puede vivir tranquilo. Sacó el cálculo. Si trabajaba y ahorraba su salario y algún dinero extra que recibí­a, en once o doce años juntarí­a lo necesario. "Doce años es mucho tiempo", pensó. Quizás pudiera pedirle a su esposa que buscara trabajo en el pueblo por un tiempo. Y él mismo, después de todo, al terminar su tarea en el palacio a las cinco de la tarde, podrí­a trabajar hasta la noche y recibir alguna paga extra por ello. Sacó las cuentas: sumando su trabajo en el pueblo y el de su esposa, en siete años reunirí­a el dinero. Era demasiado tiempo!!! Quizás pudiera llevar al pueblo lo que quedaba de comidas todas las noches y venderlo por unas monedas. De hecho, cuanto menos comieran, más comida habrí­a para vender...Vender... Vender... Estaba haciendo calor. ¿Para qué tanta ropa de invierno? ¿Para qué más de un par de zapatos? Era un sacrificio, pero en cuatro años de sacrificios llegarí­a a su moneda cien.

El rey y el sabio, volvieron al palacio. El sirviente habí­a entrado en el cí­rculo del 99... Durante los siguientes meses, el sirviente siguía sus planes tal como se le ocurrieron aquella noche. Una mañana, el sirviente entró a la alcoba real golpeando las puertas, refunfuñando de pocas pulgas. "¿Qué te pasa?- preguntó el rey de buen modo." Nada me pasa, nada me pasa. "Antes, no hace mucho, reí­as y cantabas todo el tiempo." Hago mi trabajo, ¿no? ¿Qué querrí­a su Alteza, que fuera su bufón y su juglar también? No pasó mucho tiempo antes de que el rey despidiera al sirviente. No era agradable tener un sirviente que estuviera siempre de mal humor...
 

viernes, 11 de enero de 2013

Defensa de la alegría


Hay una alegría que surge cuando escuchamos una música muy alegre que  hace que nos entre gana de bailar, de estar rodeado de amigos, de divertirse haciendo cosas diferentes, la alegría de la fiesta y de las risas compartidas.

Hay otra alegría que surge en el silencio, en la soledad, en la contemplación, en sentir el corazón de la tierra y el mío fundirse.

Ambos tipos e alegría son buenos y necesarios.
 Y con esta reflexión les regalo este hermoso poema.



Defender la alegría como una trinchera
defenderla del escándalo y la rutina
de la miseria y los miserables
de las ausencias transitorias
y las definitivas

defender la alegría como un principio
defenderla del pasmo y las pesadillas
de los neutrales y de los neutrones
de las dulces infamias
y los graves diagnósticos

defender la alegría como una bandera
defenderla del rayo y la melancolía
de los ingenuos y de los canallas
de la retórica y los paros cardiacos
de las endemias y las academias

defender la alegría como un destino
defenderla del fuego y de los bomberos
de los suicidas y los homicidas
de las vacaciones y del agobio
de la obligación de estar alegres

defender la alegría como una certeza
defenderla del óxido y la roña
de la famosa pátina del tiempo
del relente y del oportunismo
de los proxenetas de la risa

defender la alegría como un derecho
defenderla de dios y del invierno
de las mayúsculas y de la muerte
de los apellidos y las lástimas
del azar
                  y también de la alegría


Mario Benedetti

martes, 8 de enero de 2013

Quiero ser un visionario .....

"Desde niño pintaba como Rafael, pero me llevó toda una vida aprender a dibujar como un niño"
    Picasso






“El trabajo de escultor es liberar a la forma que ya se encuentra dentro de la piedra”

   Miguel Ángel      Buonarroti


"Si puedes soñarlo puedes hacerlo, recuerda que todo esto comenzó con un ratón."
         Walt Disney





                  


"Si tienes un sueño y crees en él, corres el riesgo de que se convierta en realidad"
        Walt Disney







sábado, 5 de enero de 2013

Si la Befana visita tu casa .....



Los Reyes Magos iban  camino de Belén para llevar oro incienso y mirra al Niño Jesús.

Se dirigieron a una casa y pidieron ayuda a una mujer anciana que allí vivía para que les ayudara a encontrar al niño acompañándoles.
Sin embargo, la viejecita se negó y se quedó en su casa.
Cuentan  que al poco tiempo se  arrepintió y salió tras ellos con un cesto que había previamente rellenado de dulces.

Buscó insistentemente a los magos, pero no tuvo éxito.
La mujer decidió entonces parar en  cada casa que encontraba en su camino, regalando chucherías a los niños que encontraba, tal vez uno de ellos fuera el Niño Jesús. Desde entonces esta mujer viaja  por el mundo y hace  regalos a todos los niños para hacerse perdonar. Son numerosas las zonas de Italia (no en Verona) donde esta simpática vieja, conocida como Befana visita las casa de los niños y si han sido buenos … ya se sabe …..
 Si esta noche la Befana visita tu casa, espero que te traiga un corazón nuevo y una sonrisa.
Carlo